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Viajar solo

Viajar solo Introducción Viajar solo. Solo escribirlo da un poco de miedo, ¿no? La primera vez que se me pasó por la cabeza hacerlo, pensé que era una...

Pleb Davis

Pleb Davis

07 JUL 2025 - 10:03 CEST

Viajar solo

Viajar solo

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Introducción

Viajar solo. Solo escribirlo da un poco de miedo, ¿no? La primera vez que se me pasó por la cabeza hacerlo, pensé que era una locura. ¿Quién quiere comer solo, caminar solo, dormir solo en una ciudad desconocida? Pero cuanto más lo pensaba, más sentido tenía. No porque no tuviera con quién viajar, sino porque necesitaba estar conmigo mismo sin interferencias, sin filtros, sin agenda compartida , solo yo. Y entonces lo hice. Compré un billete sin consultar a nadie, reservé un hostal sencillo y me lancé a la aventura.

¿Fue perfecto? No. ¿Me perdí? Varias veces. ¿Me dio miedo? Sí, sobre todo la primera noche. Pero también descubrí algo que no sabía que estaba buscando: libertad. Y no hablo solo de decidir qué hacer cada día, sino de libertad mental, emocional, vital. Estar solo en otro lugar te pone frente a ti mismo de una forma brutal y a la vez liberadora. Te obliga a escucharte, a observar, a improvisar, a conocerte. Este no es un manual para mochileros extremos ni un manifiesto espiritual. Es solo una reflexión sincera sobre lo que pasa cuando decides hacer la maleta sin compañía y salir a explorar el mundo por tu cuenta. Si alguna vez te lo has planteado pero no te has atrevido, tal vez esto te dé el empujón que necesitabas.

Mitos sobre viajar solo

Antes de hacer mi primer viaje en solitario, me encontré con un montón de comentarios (no pedidos, por cierto) que iban desde el escepticismo hasta el drama absoluto. “Te vas a aburrir”, “es peligroso”, “vas a comer solo como un alma en pena”, “¿y si te pasa algo?”. Spoiler: no pasó nada grave. Y lo que sí pasó, fue maravilloso. Así que vamos a desmontar algunos mitos comunes:

  • "Te vas a sentir solo todo el tiempo"
  • Sí, estarás solo... pero eso no es lo mismo que sentirse solo. De hecho, muchas veces me sentí más conectado con lo que me rodeaba cuando viajaba sin compañía. Al no tener una conversación constante con alguien, te vuelves más consciente de los sonidos, de la gente, del lugar. Y además, cuando viajas solo, es mucho más fácil conocer gente. La soledad puede ser una puerta, no una barrera.

  • "Es peligroso"
  • Viajar siempre conlleva ciertos riesgos, pero eso no significa que sea una actividad temeraria. Informarte bien sobre el destino, seguir el sentido común y confiar en tu intuición hacen una gran diferencia. Ir acompañado no te vuelve automáticamente invulnerable. Estando solo, aprendes a cuidarte mejor y a estar más atento. Y, curiosamente, muchas veces es cuando más amabilidad encuentras en desconocidos.

  • "No vas a disfrutar igual sin compartirlo con alguien"
  • Esto me lo dijeron mucho. Pero viajar solo no significa que no compartas nada: compartes con la gente que conoces por el camino, con el camarero que te recomienda un plato típico, con la pareja de jubilados que te cuenta qué ver en el pueblo. Y también lo compartes contigo. Aprendes a ser tu mejor compañía, a reírte solo de tus metidas de pata, a celebrar tus pequeñas victorias. Y luego, cuando lo cuentas a otros, lo revives con una sonrisa.

  • "Vas a aburrirte"
  • Tambien se dice mucho , pero al contrario. Cuando viajas solo, el tiempo se transforma. No hay discusiones sobre a dónde ir, no hay compromisos, ni horarios impuestos. Puedes pasar una hora mirando el mar sin que nadie te apure, o entrar a una librería sin sentirte culpable. Te aburres cuando haces algo que no te interesa. Pero cuando todo lo decides tú, el aburrimiento tiene poco espacio para colarse.

Lo que aprendí al viajar solo

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Viajar solo no solo te lleva a nuevos destinos, también te lleva hacia ti. Puede sonar cursi, lo sé, pero es completamente cierto. Cada vez que hice la maleta para irme por mi cuenta, volví con un equipaje interno mucho más grande del que llevaba. Aquí van algunas de las cosas que aprendí —sin gurús ni frases de taza de café, solo desde la experiencia real:

  1. Eres más capaz de lo que piensas
  2. Te das cuenta de que sabes resolver cosas. Que puedes pedir indicaciones en otro idioma, que puedes adaptarte, improvisar, perder un tren y no colapsar. La sensación de autonomía que te da viajar solo es adictiva. Empiezas a confiar más en ti, en tus decisiones, en tu instinto. Y esa confianza no se queda en el viaje: te la llevas de vuelta a tu día a día.

  3. Estar solo no es un sinónimo de estar incompleto
  4. Aprendí a disfrutar de mi propia compañía. A comer solo sin sentirme raro, a pasear sin rumbo sin la necesidad de hablar todo el tiempo. El silencio deja de ser incómodo y pasa a ser liberador. Descubrí que no necesito validación constante ni compañía continua para sentirme bien. A veces, estar contigo mismo es más que suficiente.

  5. El miedo se hace más pequeño cuando lo enfrentas
  6. Antes de cada viaje solo, hay una pequeña (o gran) vocecita de miedo. Pero una vez que das el primer paso, esa voz se va haciendo más baja. Descubrí que muchas veces lo que me daba miedo no era real, solo era mi cabeza imaginando problemas que no llegaron. Y eso me enseñó que al miedo no siempre hay que escucharlo: a veces solo hay que atravesarlo.

  7. La gente es más amable de lo que creemos
  8. En cada destino, alguien se ofreció a ayudarme sin pedírselo. Me indicaron caminos, me invitaron a una conversación, me compartieron historias. Viajar solo me enseñó que el mundo no es ese lugar hostil que a veces imaginamos desde la distancia. También hay calidez, empatía y generosidad, especialmente cuando uno se abre a ella.

  9. Estás mas presente
  10. Sin distracciones, sin planear conversaciones o ajustar planes con alguien más, aprendes a estar ahí. Realmente ahí. Observas más. Escuchas más. Aprecias los detalles. Estás más conectado con el lugar y contigo. Es una forma de meditación en movimiento. Aprendí a bajar el ritmo, a dejar el móvil en el bolsillo y mirar con curiosidad infantil.

Consejos para tu primer viaje solo

  1. Empieza por un destino fácil
  2. No hace falta cruzar medio mundo ni lanzarse a la jungla del sudeste asiático si eso te abruma. Elige un destino donde te sientas seguro, cómodo y que sea amigable con viajeros. Una ciudad cercana, un país con buena infraestructura turística o donde se hable tu idioma puede ser ideal para empezar.

  3. Planea lo justo
  4. Está bien llevar una idea general: dónde vas a dormir, cómo llegar del aeropuerto al alojamiento, qué te gustaría ver. Pero no lo planifiques todo al milímetro. Parte de la magia de viajar solo está en dejarte llevar. Reserva las primeras dos noches y luego fluye.

  5. Confía en tu intuición
  6. Si un lugar, una persona o una situación no te da buena espina, aléjate. Cuando viajas solo, tu intuición es tu brújula. Escúchala. La mayoría de las veces no es paranoia: es tu instinto protegiéndote.

  7. Lleva entretenimineto para las comidas
  8. Sí, vas a comer solo a veces. Y no, no es raro. Pero si te incomoda al principio, lleva un libro, escribe en un diario, escucha un podcast. Pronto descubrirás que puede ser un momento muy placentero.

  9. Conéctate, pero sin forzar
  10. Hay apps y hostales pensados para conocer gente viajera. Úsalos si te apetece socializar. Pero no te obligues a estar en modo “fiesta mochilera” si no va contigo. Viajar solo también es darte el permiso de hacer lo que te dé la gana, incluso si eso es no hablar con nadie en todo el día.

  11. Lleva un diario de viaje
  12. No tiene que ser poético ni profundo. Solo escribe lo que viste, lo que sentiste, lo que te sorprendió. Más adelante, releer esas páginas será como volver a viajar. Además, cuando viajas solo, tener ese espacio para volcar tus pensamientos puede ser muy reconfortante.

  13. Sé flexible y amable contigo mismo
  14. Puede que algún día te sientas un poco solo, o te pierdas, o te equivoques. No pasa nada. Forma parte del proceso. No todos los momentos del viaje tienen que ser épicos. A veces lo más bonito es lo más simple.

Destinos recomendados para viajar solo

Viajar solo no significa sentirse solo. Hay lugares que, sin importar que vayas sin compañía, te acogen como si fueras parte del lugar desde el primer día. Ya sea por su gente, su ambiente relajado o lo fácil que es moverse, estos destinos me demostraron que viajar solo también puede ser cálido, divertido y sorprendentemente cómodo.

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Lisboa, Portugal : Una ciudad vibrante, pero tranquila. Lisboa es perfecta para perderse (literalmente, sus cuestas lo facilitan) y encontrarse. Es fácil conocer a otros viajeros, tiene muchos hostales con buen ambiente y siempre hay algo que ver o hacer. Ideal para un primer viaje en solitario.

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Kioto, Japón : Para quienes buscan silencio, orden y belleza. Viajar solo en Japón es una delicia: es seguro, todo funciona y nadie te juzga por ir por tu cuenta. En Kioto puedes pasar horas paseando por templos, jardines o cafés sin sentirte extraño. Y si buscas conversación, muchos japoneses se muestran curiosos y amables con los extranjeros.

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Medellín, Colombia : Una ciudad con alma. Acogedora, moderna y con una energía contagiosa. Aunque tiene fama de ser caótica, Medellín es muy amigable con los viajeros y tiene una comunidad enorme de nómadas y mochileros. Es fácil conectar con otras personas, sobre todo si te animas a apuntarte a un tour o actividad.

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Berlín, Alemania : Una ciudad que celebra la individualidad. En Berlín nadie te mira raro por ir a un museo solo o comer en silencio en una terraza. Aquí es casi lo normal. Hay muchísima oferta cultural, espacios alternativos y actividades gratuitas. Y además, es muy fácil moverse en transporte público.

Conclusión

Viajar solo no es para valientes. Tampoco es una moda, ni un reto espiritual. Es, simplemente, una forma de estar contigo mismo sin tantas distracciones. Es decidir que no vas a esperar a que los demás puedan o quieran. Que si tú tienes ganas, eso ya es motivo suficiente. He aprendido que la soledad, cuando es elegida, no pesa. Que comer solo frente a una ventana con vistas desconocidas puede ser una de las cosas más bonitas del mundo. Que perderse es parte del viaje, pero encontrarse también. Y sobre todo, he entendido que viajar solo no significa estar incompleto, sino estar entero. Y eso, créeme, cambia muchas cosas.

Pleb Davis

Pleb Davis

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